RELATOS PARA NADIE
11.20.2022
A RIGOBERTO LE GUSTAN LOS DESAFÍOS
11.05.2020
REALIDAD Y REALIDADES
¿Con quién quiero estar?
Con personas en las que pueda confiar.
Con pocos, con casi nadie, conmigo.
¿Dónde?
En un lugar
seguro, certero,
luminoso, transparente.
Quiero vivir
donde el frío y el miedo
tiemblen
de amor
y no de muerte.
Donde la realidad
únicamente supere a la ficción
cuando la pinte un niño.
Que es feliz a gritos,
que se tumba en el cielo
boca arriba,
que le pone coronitas a las estrellas
y bigotes a la luna,
que se come el presente
con los dedos.
No en una realidad
terrible
donde el hambre sigue teniendo hambre
y la sed, sed.
Y el amor se muere
de miedo y de frío
y no sabemos remediarlo.
Donde el dolor prefiere
seguir soñando
el amor
que despertarse
y vivirlo.
Señora,
me refería a la compañía de la luz
Preguntaba
cuál prefiere,
si es que tiene preferencias.
Verá, somos una comparadora
de tarifas y... Pero da igual,
ya la llamaré
otro día...
Ángeles Córdoba Tordesillas
11.01.2020
ANTÓN ESTÁ HASTA ARRIBA DE ENCARGOS
Antón, el pájaro carpintero, tenía mucho trabajo.
Le habían encargado hacer todos los muebles de un palacio
y los de unos grandes almacenes y todos los del edificio
de enfrente de su árbol.
-Ay, Dios mío, se lamentaba... ¿Pero por qué tengo tanto trabajo?
Y el mismo Dios, dándose por aludido, le respondió:
-Porque eres bueno. Y por eso te he dado ese pico con talento marquetero.
Y él se conformó y se puso al tajo.
Moraleja:
Si quieres que te hagan un mueble de encargo bien hecho, no le pidas a Antón que te lo haga que está desbordado de trabajo y tardará años en hacerlo. Y es que se les suele acumular los pedidos a quienes trabajan bien, aquí y en el extranjero. Búscate otro pájaro carpintero que aunque no sea excelente, tenga más tiempo que Antón.
Y es que el que vale, vale, y es muy posible que hasta cobre. Quizá la moraleja un poco larga... Perdonen si así se lo ha parecido. Es que es domingo y estoy con tiempo y sin encargos.
Ángeles Córdoba Tordesillas
9.09.2020
RECAPACITANDO
Mi padre solía repetir mucho la palabra “recapacitar”.
Creo que era uno de sus verbos preferidos. Sería porque leía a Séneca y a los estoicos griegos.
Decía “hija, creo que deberías recapacitar sobre lo ocurrido”. Como era hija obediente, casi siempre, le respondía “vale, papá, recapacitaré”.
Me iba a mi habitación y recapacitaba como sabía. Después de un rato que consideraba prudente, salía y le preguntaba:
Y él me respondía con otra pregunta.
-¿Has recapacitado ya?
-Creo que sí.
-¿Y a qué conclusión has llegado?
-A la misma que tú.-Le decía yo, por si
colaba. Ya era hora de jugar. Mis amigas estaban en la calle.
-¿Pero a cuál, hija?-Volvía a interrogar
mi padre, al que le gustaba llegar al fondo de las cuestiones.
-Que lo que he hecho no está bien.
-¿Por qué no está bien?
-Porque otra persona ha sufrido por
ello.
-Bien. Ya puedes ir a jugar.
Entonces le daba un beso y me marchaba. Pensaba después en lo especial que era mi padre sugiriéndome que reflexionase sobre mi conducta en vez de imponerme un castigo. Al menos, a mí no me lo parecía aunque supongo que a otros niños sí.
Es curioso este término… “Re-capacitar”:
Volver a capacitar.
Como si en un momento dado perdiéramos alguna de nuestras capacidades o facultades y tuviéramos que tomarnos un tiempo para recuperarla. Por ejemplo, la capacidad de ser empático, tan necesaria siempre.
Para mí, el significado de este verbo más va allá de la simple reconsideración aunque se lo considere sinónimo. Sería como tomar conciencia de algún hecho provocado, de forma más o menos consciente, para aprender de ello, en la medida de lo posible, y no volver a cometer el mismo error en el futuro.
En esos tiempos recapacité mucho sobre este verbo y, como podéis leer, sigo haciéndolo. Creo que mi padre estaría encantado por ello y también yo, porque cualquier excusa es una buena razón para “re-capacitarlo” como padre.
A.C.T.
8.30.2020
TAPONES DE PLÁSTICO
Ha sido curioso este sueño que he tenido esta noche en el que estaba en un aeropuerto, donde todo el mundo iba y venía y yo permanecía en este lugar, recogiendo los tapones que unos y otros iban dejando colocados en botellas de plástico ya vacías, o por ahí tirados, sueltos. Incluso dentro de las papeleras. Todo el mundo tenía prisa, como es lógico, pero yo solamente un objetivo: Recoger el mayor número de tapones posible.
Recuerdo perfectamente la ilusión que me hacía ir acumulándolos, de distintos colores y tamaños, "salvándolos" de terminar en algún lugar donde no fueran útiles o no tanto, como costear las operaciones de niños que necesitan de ellas para seguir viviendo y sanos.
Es como si tuviera la capacidad de transformar lo puramente material, en vida y salud, en una especie de alquimia que me hacía sentir como una maga y, al mismo tiempo, como una niña ilusionada, reuniendo todos esos tapones, en alguna bolsa, que separados no dicen nada y todos juntos resultan tan bonitos… Tienen el poder de hacer que regreses al niño que fuiste, con su atractiva mezcla de colores y ese sonido tan divertido.
Ha sido una gran experiencia onírica cuyo significado intento trasladar a mi vida fuera de los sueños. Ay, si todo lo que tuviéramos que hacer en esta vida fuera tan sencillo como guardar tapones…
Me he dado cuenta de que en la situación que me encuentre, incluso como algunos días de este verano, asumiendo y aceptando una posible muerte, debido a cierto problema de salud que he vivido, no he dejado de sentirme entusiasmada cada vez que recogía uno de estos tapones y lo echaba en la bolsa de papel donde los colecciono.
Alguien me dijo un día; ni siquiera tengo la certeza de que sea verdad pero solo con la esperanza de que lo sea, lo creí a pies juntillas, que los tapones de plástico sirven para que se puedan operar y así salvar las vidas de muchos niños. De nuestros niños, porque todos los niños que nacen y viven en este planeta son nuestros niños.
Desde entonces, en días “buenos, regulares y malos”, no he dejado de alegrarme cada vez que me he encontrado o he “rescatado” de algún envase y guardado en mi bolsa de papel algún tapón de plástico. Tapones que cuando consigo reunir un montón, llevo a la empresa de transportes que los recoge con este fin.
Ayer fue un día complicado para mí pero añadí unos tapones más que me encontré en el parque, a mi bolsa, y seguí sintiendo una profunda alegría cuando lo hice.
Actualmente creo que es una de las pocas cosas que se me da bien hacer, que no me supone ningún esfuerzo ni coste intelectual, físico ni emocional, sino todo lo contrario.
Y no sé vosotros pero yo, todavía a mis años, no he encontrado el propósito de mi vida más que en la propia vida, pero esta actividad que practico desde hace unos cuantos, me produce gran satisfacción personal. Al final de cada día, haya salido bien, mal o regular, si he conseguido guardar algún tapón más, habrá merecido la pena porque al menos habré hecho una cosa útil. Todo lo demás me lo cuestiono seriamente.
Por eso me planteo que quizá haya nacido para esto, para recoger tapones de plástico para nuestros niños. Incluido el que llevamos dentro...
Feliz domingo a todos.
8.13.2020
PENDER DE ALGÚN HILO
Y realmente no sé qué pintan esos hilos que salen de mis brazos, de mis pies, y de mi cabeza. Pero me niego a servirle de entretenimiento a nadie.
Quien esté libre de hilos que me lance la primera patada.”
Dijo la marioneta Berta.
6.05.2020
A LA DE UNA, A LA DE DOS Y A LA DE... UNA, DOS Y...
4.07.2020
SOÑÉ QUE LO HABÍA SOÑADO
10.01.2019
EL CLUB DE LOS TRISTES
9.01.2019
LAS DOS VERSIONES
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Y tú...¿Cuántas versiones tienes de ti mismo?
8.31.2019
EL DON DE ERVIGIO
7.23.2019
NO SOMOS ROMEO Y JULIETA PERO VAMOS “TIRANDO”
-¿Quién?
-El Shakespeare.
-Bah, ¡sabrá él mucho de amor! que los personajes que inventó en sus novelas,
y se amaban con locura, se le morían escritos.
-¡Pues es verdad!
-¿Quieres que vayamos esta tarde al cine?
-¿A ver qué?
-Una de tiros.
-Si no hay más remedio… Llamaré a Clint Eastwood a ver si quiere acompañarnos.
-Cariño mío, cuánta afición tenemos a la ficción.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
7.02.2019
ÉRASE UNA VEZ UN BEBÉ ANACRÓNICO
-¡Hijo mío, qué noticia tan maravillosa! ¿Y para cuándo será tan dichoso acontecer?
-Para el mes de octubre, Dios mediante, y de un varón.
-Entonces será en otoño, cuando nacerá un virtuoso y hermoso retoño, como tu señor padre y como tú.
-¿Buena época, madre?
-Bellísima para traer un hijo al mundo. No digo tú, sino su madre. Las hojas que se han vuelto perezosas caen y alfombran el suelo del campo, pintándolo con una gracia asombrosa de diversos matices, ocres y amarillos, y espectaculares bermellones. Nacer cuando todo va muriendo es prometer la vida eterna. La consecución, los éxitos, la renovación del alma. El comienzo de la reflexión del ser humano, de ese recogerse, de ese ir adentro. Cuando busca el buscador las respuestas de todo el universo. El equilibrio mental, la contemplación, el desapego, el desprendimiento de lo que ya no dará fruto, de lo que fenece, la observación metódica, la ecuanimidad, el arte de vivir con profundidad los acontecimientos de la vida, la luz abriéndose paso después del estío, entre las nubes y las desnudas ramas de los árboles. Las lluvias limpiadoras, la meditación, la quietud, la música clásica perfumando los ambientes, los valores, los sueños románticos en las tardes, los primeros fuegos en los hogares, el viento pausado llevándose los males al infierno… El comienzo de la paz del invierno, los tiempos alternos entre fuera y dentro, la madurez emocional, la poesía hecha esperanza y plenitud.
-¿Todo eso, madre?
-Todo eso. Porque lo digo yo.
-Bien dicho está, entonces.
-Gracias, hijo. Me honras con tu asentimiento.
-Nuestra dicha es inmensa.
-Lo celebro.
-Aún el nombre no sabemos. Pensaremos…
-Tiempo hay, amado hijo. Es el hombre el que hace el nombre y no al revés. Él hará del nombre una identidad importante, genio e ingenio, tenacidad, lealtad, bondad, y muchas otras cualidades terminadas en “dad”. A disfrutar ambos de esta espera rigurosa y bella, que se hará corta cuando miréis atrás. ¿Ya estáis adquiriendo las primeras prendas para vestir al bebé?
-No es tarea fácil y tenemos poco tiempo. Ya sabe, las labores cotidianas, las responsabilidades, el ocio... Estamos en ello.
-Lo comprendo. Si necesitáis que teja a ganchillo alguna toquilla o que cosa con aguja y dedal de metal algún trajecito fino, bordando con hilos de colores las iniciales de ese nombre que tendréis que ingeniar; para poder llamarle de algún modo-si no queréis llamarle "oye"-, o de punto un gorrito blanco, con ribeteado lindo, o una colcha suave para su inocente cuna, decídmelo sin miramientos. Soy capaz hasta de aprender a hacer encajes de bolillos, si fuera preciso, ¡mira lo que te digo!
-Tranquila, madre, sabemos que podemos contar con su laboriosa condición de abuela hacendosa y amorosa, hasta decir basta…
-Gracias, hijo. Por cierto… ¿Cómo sabéis que tan adorada criatura es varón, todavía dentro del vientre materno, si aún no se ha inventado la ecografía en estos tiempos?
-Hummm... Mire, madre, le he traído una caja de estos ricos dulces para que acompañe sus zumos de frutas que todavía no es época de infusiones…
-No, no es época. Eres un amor de hijo. No tengo palabras para agradecerte cuantos detalles tienes conmigo. Un bebecito tan primoroso y gentil como tú, será un regalo del cielo y felicidad inmensa para esta afortunada abuela que se sentirá compensada con creces de todos sus desvelos por ti.
-Estooo... ¿comenzamos ya la partida?
-Sí, comencemos.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©