ÁNGELES CÓRDOBA TORDESILLAS

11.20.2022

A RIGOBERTO LE GUSTAN LOS DESAFÍOS

Rigoberto nació de espaldas al mundo. Y a los cinco minutos de nacer ya se convirtió en el campeón de ajedrez de Castilla y León Tolstói.
Tenía un humor serio pero expansivo.
Le gustaba el bricolaje pero solamente porque al bricolaje no le gustaba él.
Ya de niño apuntaba maneras, sin lápiz ni papel.
Todavía no había decidido a qué se dedicaría en su edad adulta, si a su vocación desafiante o se torcería como rama de bonsái. Tendría que pensarlo largo y extendido.
Y en esta postura estuvo durante bastante tiempo porque no había nada que le motivara tanto como cavilar y seguir cavilando sobre su futuro profesional. Hasta que un día leyó en Instragram que no había nada más difícil que no pensar en nada. Que era prácticamente imposible.
Y allá que se fue, a poner su mente en blanco. Desde entonces parece el hijo de la Filomena. No te digo más. Tampoco hay mucho más que decir al respecto. Que le dio por meditar a todas horas. Ommm.
La música le volvía tarumba y medio. Y una noche en un bar, escuchando tocar la armónica a un gaitero, decidió formar un dueto con él, tocando un tambor roto y viejo.
Conoció a Sofía, en un día que no sé si sería de primavera pero lo parecía. Y la llamaba corazón mío y después cielo y después... No me acuerdo. ( Hum...Lo tengo por algún sitio escrito).
El caso es que no se casaron porque eso hubiera sido lo sencillo. Y él, como ya sabemos era de retos inasequibles.
Yo le veía día sí y día también viajando sobre el techo del autobús urbano, ya que coincidíamos en el mismo trayecto cuando yo iba al trabajo y él no sé adonde. Que no me explico cómo le dejaban, francamente... ¡Pero él insistía en que de pie no iba y que no iba de pie!
Yo intentaba no hacer juicio de valor pero era complicado... Y yo no soy Rigoberto -a mí dame las cosas fáciles y sencillitas- y caía en la tentación. Confieso que alguno como"...Chalado está el tipo este", se me escapó. ¡Qué le vamos a hacer!
A pesar de todo, a mí el menda me caía bien- aunque no sea más que uno de tantos ciudadanos que no ha realizado hazaña digna de salir en televisión-.Y por eso he decidido dedicarle este relato, casi serio, como su humor. Ommm.

Ángeles Córdoba Tordesillas

11.05.2020

REALIDAD Y REALIDADES

¿Con quién quiero estar?

Con personas en las que pueda confiar.

Con pocos, con casi nadie, conmigo.

 

¿Dónde?

En un lugar

seguro, certero,

luminoso, transparente.

 

Quiero vivir

donde el frío y el miedo

tiemblen

de amor

y no de muerte.

 

Donde la realidad

únicamente supere a la ficción

cuando la pinte un niño.

 

Que es feliz a gritos,

que se tumba en el cielo

boca arriba,

que le pone coronitas a las estrellas

y bigotes a la luna,

que se come el presente

con los dedos.

 

No en una realidad

terrible

donde el hambre sigue teniendo hambre

y la sed, sed.

 

Y el amor se muere

de miedo y de frío

y no sabemos remediarlo.

 

Donde el dolor prefiere

seguir soñando

el amor

que despertarse

y vivirlo.

 

Señora,

me refería a la compañía de la luz

 

Preguntaba

cuál prefiere,

si es que tiene preferencias.

 

Verá, somos una comparadora

de tarifas y... Pero da igual,

ya la llamaré

otro día...


Ángeles Córdoba Tordesillas


11.01.2020

ANTÓN ESTÁ HASTA ARRIBA DE ENCARGOS

Antón, el pájaro carpintero, tenía mucho trabajo.

Le habían encargado hacer todos los muebles de un palacio

y  los de unos grandes almacenes y todos los del edificio

de enfrente de su árbol.

 

-Ay, Dios mío, se lamentaba... ¿Pero por qué tengo tanto trabajo?

Y el mismo Dios, dándose por aludido, le respondió:


-Porque eres bueno. Y por eso te he dado ese pico con talento marquetero.

Y él se conformó y se puso al tajo.

 

Moraleja:

Si quieres que te hagan un mueble de encargo bien hecho, no le pidas a Antón que te lo haga que está desbordado de trabajo y tardará años en hacerlo. Y es que se les suele acumular los pedidos a quienes trabajan bien, aquí y en el extranjero. Búscate otro pájaro carpintero que aunque no sea excelente, tenga más tiempo que Antón.   

Y es que el que vale, vale, y es muy posible que hasta cobre. Quizá la moraleja un poco larga... Perdonen si así se lo ha parecido. Es que es domingo y estoy con tiempo y sin encargos. 


Ángeles Córdoba Tordesillas

9.09.2020

RECAPACITANDO

Mi padre solía repetir mucho la palabra “recapacitar”.

Creo que era uno de sus verbos preferidos. Sería porque leía a Séneca y a los estoicos griegos.

Decía “hija, creo que deberías recapacitar sobre lo ocurrido”. Como era hija obediente, casi siempre, le respondía “vale, papá, recapacitaré”.

Me iba a mi habitación y recapacitaba como sabía. Después de un rato que consideraba prudente, salía y le preguntaba:

 -¿Puedo ir a jugar?

Y él me respondía con otra pregunta.

-¿Has recapacitado ya?

-Creo que sí.

-¿Y a qué conclusión has llegado?

-A la misma que tú.-Le decía yo, por si colaba. Ya era hora de jugar. Mis amigas estaban en la calle.

-¿Pero a cuál, hija?-Volvía a interrogar mi padre, al que le gustaba llegar al fondo de las cuestiones.

-Que lo que he hecho no está bien.

-¿Por qué no está bien?

-Porque otra persona ha sufrido por ello.

-Bien. Ya puedes ir a jugar.

Entonces le daba un beso y me marchaba. Pensaba después en lo especial que era mi padre sugiriéndome que reflexionase sobre mi conducta en vez de imponerme un castigo. Al menos, a mí no me lo parecía aunque supongo que a otros niños sí.

Es curioso este término… “Re-capacitar”: Volver a capacitar.

Como si en un momento dado perdiéramos alguna de nuestras capacidades o facultades y tuviéramos que tomarnos un tiempo para recuperarla. Por ejemplo, la capacidad de ser empático, tan necesaria siempre.

Para mí, el significado de este verbo más va allá de la simple reconsideración aunque se lo considere sinónimo. Sería como tomar conciencia de algún hecho provocado, de forma más o menos consciente, para aprender de ello, en la medida de lo posible, y no volver a cometer el mismo error en el futuro.

En esos tiempos recapacité mucho sobre este verbo y, como podéis leer, sigo haciéndolo. Creo que mi padre estaría encantado por ello y también yo, porque cualquier excusa es una buena razón para “re-capacitarlo” como padre.

A.C.T.

8.30.2020

TAPONES DE PLÁSTICO

Hoy he pensado que quizá mi verdadera vocación es recoger tapones de plástico.

Ha sido curioso este sueño que he tenido esta noche en el que estaba en un aeropuerto, donde todo el mundo iba y venía y yo permanecía en este lugar, recogiendo los tapones que unos y otros iban dejando colocados en botellas de plástico ya vacías, o por ahí tirados, sueltos. Incluso dentro de las papeleras. Todo el mundo tenía prisa, como es lógico, pero yo solamente un objetivo: Recoger el mayor número de tapones posible.

Recuerdo perfectamente la ilusión que me hacía ir acumulándolos, de distintos colores y tamaños, "salvándolos" de terminar en algún lugar donde no fueran útiles o no tanto, como costear las operaciones de niños que necesitan de ellas para seguir viviendo y sanos.

Es como si tuviera la capacidad de transformar lo puramente material, en vida y salud, en una especie de alquimia que me hacía sentir como una maga y, al mismo tiempo, como una niña ilusionada, reuniendo todos esos tapones, en alguna bolsa, que separados no dicen nada y todos juntos resultan tan bonitos… Tienen el poder de hacer que regreses al niño que fuiste, con su atractiva mezcla de colores y ese sonido tan divertido.

Ha sido una gran experiencia onírica cuyo significado intento trasladar a mi vida fuera de los sueños. Ay, si todo lo que tuviéramos que hacer en esta vida fuera tan sencillo como guardar tapones…

Me he dado cuenta de que en la situación que me encuentre, incluso como algunos días de este verano, asumiendo y aceptando una posible muerte, debido a cierto problema de salud que he vivido, no he dejado de sentirme entusiasmada cada vez que recogía uno de estos tapones y lo echaba en la bolsa de papel donde los colecciono.

Alguien me dijo un día; ni siquiera tengo la certeza de que sea verdad pero solo con la esperanza de que lo sea, lo creí a pies juntillas, que los tapones de plástico sirven para que se puedan operar y así salvar las vidas de muchos niños. De nuestros niños, porque todos los niños que nacen y viven en este planeta son nuestros niños.

Desde entonces, en días “buenos, regulares y malos”, no he dejado de alegrarme cada vez que me he encontrado o he “rescatado” de algún envase y guardado en mi bolsa de papel algún tapón de plástico. Tapones que cuando consigo reunir un montón, llevo a la empresa de transportes que los recoge con este fin.

Ayer fue un día complicado para mí pero añadí unos tapones más que me encontré en el parque, a mi bolsa, y seguí sintiendo una profunda alegría cuando lo hice.

Actualmente creo que es una de las pocas cosas que se me da bien hacer, que no me supone ningún esfuerzo ni coste intelectual, físico ni emocional, sino todo lo contrario.

Y no sé vosotros pero yo, todavía a mis años, no he encontrado el propósito de mi vida más que en la propia vida, pero esta actividad que practico desde hace unos cuantos, me produce gran satisfacción personal. Al final de cada día, haya salido bien, mal o regular, si he conseguido guardar algún tapón más, habrá merecido la pena porque al menos habré hecho una cosa útil. Todo lo demás me lo cuestiono seriamente.

Por eso me planteo que quizá haya nacido para esto, para recoger tapones de plástico para nuestros niños. Incluido el que llevamos dentro...

Feliz domingo a todos.


Ángeles Córdoba Tordesillas

Tapones con muchas vidas

8.13.2020

PENDER DE ALGÚN HILO


Marioneta - EcuRed
“En las relaciones personales, no me gusta que nadie me manipule, que me digan lo que debo o no debo hacer. Ni en el medio virtual ni fuera de él.
No me siento obligada a hacer nada por complacer a nadie, porque no lo estoy. Comprendo que no voy a gustarle a todo el mundo, es lógico, me parece bien y lo acepto sin más.
Y realmente no sé qué pintan esos hilos que salen de mis brazos, de mis pies, y de mi cabeza. Pero me niego a servirle de entretenimiento a nadie.
Quien esté libre de hilos que me lance la primera patada.”

Dijo la marioneta Berta.  

Si en algún momento te ha provocado una sonrisa este relato, recuerda que tienes a tu disposición el emoticono de “me divierte”. 😅😁😂


A.C.T.

6.05.2020

A LA DE UNA, A LA DE DOS Y A LA DE... UNA, DOS Y...

Margarito iba siempre con retraso.
Cuando todos iban por el Covid-19, por ejemplo, él no había llegado al 18.
Y así todo.
Su madre le solía decir:
Margarito, hijo, con esa prisa que no te das, no sé si vas a llegar, alguna vez, a algún lado en la vida. Y llegó a ser concejal.
Ahora trabaja en el ayuntamiento de su pueblo desde hace varios lustros.
Hum… Bueno, le contrataron hace tres y comenzó hace uno.
Y después del confinamiento empezará con entusiasmo el teletrabajo. Justo y precisamente cuando el resto de sus compañeros se reincorpore a sus respectivos puestos.
Me ha pedido que le dedique un relato. Le he dicho:
Ahora mismo te lo escribo, en clave de humor pero con el cariño que te tengo.
Supongo que lo leerá dentro de un mes o de tres.
Saludos posteriores, Margarito. La política no es mi fuerte pero tú eres un buen tipo. Haz las cosas bien hechas, aunque sea a tu ritmo, y aprovecha esa ventaja de ir después para aprender de la experiencia ajena. Y quizá te dedique un poema la próxima vez. 
Cuídate.


Ángeles  Córdoba Tordesillas

4.07.2020

SOÑÉ QUE LO HABÍA SOÑADO

Esta pasada noche tuve este sueño. Cuando me desperté, recordé que una sobremesa de aquellos tiempos en que vivía con mi tía tuve otro sueño que fue más intenso y real que cualquier pesadilla:

-Ay, tía, qué alegría me da verte. Qué mal sueño he tenido. Maldita siesta…
-¿Qué pasó?
-Tía, algo terrible va a pasar en el futuro. Déjame que te abrace que luego no vamos a poder abrazarnos. Vamos a tener que estar a base de codazos..
-Pero bueno…
-Tía, estoy consternada.
-Ya te veo, ya.
-Lo que te digo, que nos vamos a volver contagiosos. Ni acercarnos unos a otros siquiera podremos.
-Ja, ja, ja.
-No sé por dónde empezar... Qué alivio estar aquí contigo. Tú, ahí, viendo la telenovela, como si no pasara nada.
-A ver, explícame.
-Pues que va a llegar un virus invasor del extranjero y ya no vamos a poder estar unos con otros, ni besarnos ni tocarnos, ni nada. Ni los plásticos, ni las cosas de la ciudad. Estará en todas partes eso pero no lo veremos. Se llama coronavirus.
-¿Cómo dices?
-El coronavirus.
-Ja, ja, ja.
-¿De qué te ríes, tía?
-Que me hace gracia esa palabra. ¡Lo sueñas con nombre y todo! A ver si vas a ser como tu abuelo, mi pobre padre, que dijo que él había soñado lo de la guerra civil y mira cómo terminó siendo verdad… Ayyy, y tan verdad que fue…
-Tía, esto era muy, pero que muy, real. Yo estaba sola y en mi casa. Cada uno en su casa, con su tele o su familia.  
-¿Pues no soñaste una vez con que tendrías un hijo?
-Sí. Pero no sé, supongo que ya será mayor y tendrá su vida. El caso es que estaba sola, con la tele y otros aparatos con teclas.
-Mira, como yo, en casa con la tele y tan feliz.
-Era como un catarro pero peor, mucho peor. Te podía pasar una de tres cosas; no saber que te pasaba, o sea que no te hiciera nada, que te hiciera algo o que te matara.
-Bueno, tranquila, ya ha pasado, ya está.
-Pero te lo tengo que contar. Se lo tengo que contar a alguien. A lo mejor tendría que avisar a alguien importante, no sé. Porque va a pasar, estoy segura. Y mira no habrá huevos ni leche en los supermercados, ni papel higiénico, va a ser horrible.
-¿Sin papel higiénico?  Ya ves tú qué drama…
-Y nadie podía salir de casa porque eso estaba por todas partes, en toda la ciudad, bueno en todo el país… Creo que se extendía por el mundo entero.
-¿Por el mundo entero? Anda, venga, ponte a hacer tus cosas.
-Tía, no me tomas en serio…
-Que es un sueño, sobrina. No le des más importancia. Ay, esta pequeña…  
-Es que morirá mucha gente. Cientos de personas a diario
-¿En el mundo?
-No, solo en Madrid. ¡En el mundo, miles!
-Ya.
-Bueno, aunque no me tomes en serio, resulta que no sabes lo que me alegra estar aquí contigo. Aquí estoy segura. No me pienso marchar nunca.
-Pues ya sabes lo que tienes que hacer… ¡No crezcas!
-Como si yo pudiera remediarlo… No me volveré a echar la siesta y ya está.
-¡Que ya pasó!
-Que no, esa es la cuestión, que pasará.  
Se levantó mi tía de la butaca de escay roja con su bandeja y salió rápidamente por ese largo pasillo hacia la cocina.

-¿Y cómo dices que se llamaba? ¿Coronaquéee?
-¡Tíaaaa!
-Ja, ja, ja, ja. ¡No sueñes más!

10.01.2019

EL CLUB DE LOS TRISTES

Esteban decidió crear un club para deprimidos definitivos, esto es, sin intención de convertirse, jamás, en gente alegre. Y él era de los pocos presidentes de clubs que predicaba con el ejemplo. Más gris el hombre que un sepelio.

-Que nos dejen ser como somos, leñe,-decía a todos los nuevos miembros que lánguidamente acudían a él. -Que somos atribulados, pues vale, ¿pero qué mejor que expresar nuestros múltiples lamentos en unos apenados y penosos encuentros, entre cuatro marchitas paredes negras?

-Nada.-Respondían apesadumbrados, los que tenían algo de voluntad para responder que eran pocos. Los demás guardaban un afligido silencio.

Dos días por semana se reunían en la sede centrar a llorar juntos y lo pasaban de miedo, literalmente hablando; hasta temblores les daban de tan compungidos.

Cada vez que a alguno de ellos se le ocurría hablar de pensamiento positivo y otras zarandajas de moda, zas, le expulsaban del club, sin remilgos. Y si alguno después le echaba de menos, mejor que mejor, más razones para entristecerse y llorar tenía. 

Ellos disfrutaban de esta sencilla y húmeda manera. Y no hacían daño a nadie, creo: Ojos desencajados, mandíbula caída, rictus apagado, comisuras de los labios hacia abajo y clínex en mano.

Para que no decayera en ningún momento la “fiesta” siempre había algún voluntario que se “animaba” a recordar el panorama político o el cambio climático y sus posibles consecuencias en el planeta entero.

De uno en uno, tristes pero respetuosos no como los tertulianos de la tele, iban espontáneamente, haciendo sus aportaciones: La subida de la luz, del alquiler, el paro, y otras penalidades parecidas.

Pero cuando se derrumbaban, todos bien derrumbados, no era por falta de rumbas que amenizaran el encuentro, que tampoco las había pues preferían los más lúgubres y funestos réquiems, para caldear el ambiente, sino al recordar que, además, ser miembro de aquél club costaba mucho dinero al año y no tenían ninguna intención de dejar de serlo pues no tenían otra actividad más insatisfactoria para llenar su tiempo. Pobres… A la mayoría de ellos les había fallado el entorno más cercano; familia, amigos, compañeros de trabajo…

¡Buaaaaah, abridme las puertas de este relato, dejadme entrar a llorar un ratooooooo!

Ángeles Córdoba Tordesillas ©

9.01.2019

LAS DOS VERSIONES

Érase una disparatada vez, las dos versiones de mí misma. 😂

Una de ellas, la mejor versión (😇), era comprensiva, sonriente, empática, dulce, generosa, amistosa, sensible, cariñosa… (Tranquilo, no pasa nada, no tiene importancia). Era muy grato estar con ella. Se relacionaba bien con todas las personas que tenía alrededor.

Y la otra, la versión peor (😈), era enfadona, arrogante, exigente, torpe, borde, intransigente, (¡qué tonto pasmado eres!). Todo se lo tomaba a la tremenda. Muy complicado comprenderla porque no ponía mucho de su parte, las cosas como son.

Ambas estaban condenadas a entenderse pero no era fácil, no señor.

Seguro que adivináis cuál de las dos es la que lo ponía más difícil.
Sí, habéis acertado, por supuesto, la peor versión.

De eso nada, no confundas a la gente para llevarla a tu terreno, engreída. Eres tú la que siempre lo complica todo y yo soy mucho más transparente y divertida ¡¿Dónde va a parar?! Bobalicona, cursi, que estás pasada de moda. ¡Anda y que te zurzan!

No diré nada, te comprendo. Si estuviera en tu lugar, seguramente me sentiría tan frustrada como tú. Pero yo soy feliz y te perdono.😊😉

Brrr... Hasta la azotea me tienes, mejor versión, ¡palurda! Háztelo mirar. ¡Desde luego, si yo fuera la peor versión, de verdad, te ibas a enterar tú de quién es una! 😠😒

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Nota al lector: 
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Y tú...¿Cuántas versiones tienes de ti mismo?

8.31.2019

EL DON DE ERVIGIO

Ervigio tenía un don:

Podía borrar la memoria a la gente para los hechos recientes. Así le resultaba muy fácil salirse con la suya siempre.

Probaba a hacer o decir algo y si no le resultaba satisfactoria la reacción del otro, pues “allá que te va”, borrón y vuelta a empezar pero de otra forma. Era un continuo de ensayo-error que le resultaba de lo más entretenido, ventajoso, como podéis suponer, y favorecedor. Como echar al aire una moneda y apostar siempre a que saliera lo que más le convenía porque sí o sí, lo conseguía. Antes o después el acierto estaba asegurado y sólo lo sabía él.

Hasta que cierto día, uno de esos que no vienen en el calendario-y no me refiero a un veintinueve de febrero no bisiesto-, dio conmigo, que me di cuenta de dicho don, sin ton ni son, y a la primera. (Supongo que por mi cero, al cociente intelectual, y bajo la cifra siguiente).

Me pidió que no contara su historia pues podría traerle algún que otro problema y levantar sospechas por éxitos pasados e inesperados en aquellos que habían sido víctimas de su supuesto talento.

Pero como me puede el sentido de la justicia y el desenmascaramiento de este tipo de virtuosos superhéroes, o farsantes en el lenguaje popular, le dije que no, que de ninguna manera, que llegaría hasta el fondo de la cuestión, con mi equipo de investigación, y hasta el final de este relato narrando los hechos y cantando las verdades y esto… ¿por dónde iba?

Ah, sí, Ervigio tenía un don. Sabía poner los ojos en blanco mientras preparaba gazpacho. Riquísimo por cierto, me acaba de invitar a comer en su casa y mañana me invita otra vez. ¡Majo tipo este Ervigio! con un sentido del humor inigualable… jajaja… ¡Qué bueno, cómo me río con él! ¡Me acaba de contar otro chiste!

Ángeles Córdoba Tordesillas ©

7.23.2019

NO SOMOS ROMEO Y JULIETA PERO VAMOS “TIRANDO”

-Que dice Williams Shakespeare que esto que tenemos nosotros no es amor.
-¿Quién?
-El Shakespeare.
-Bah, ¡sabrá él mucho de amor! que los personajes que inventó en sus novelas,
y se amaban con locura, se le morían escritos.
-¡Pues es verdad!
-¿Quieres que vayamos esta tarde al cine?
-¿A ver qué?
-Una de tiros.
-Si no hay más remedio… Llamaré a Clint Eastwood a ver si quiere acompañarnos.
-Cariño mío, cuánta afición tenemos a la ficción.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©

7.02.2019

ÉRASE UNA VEZ UN BEBÉ ANACRÓNICO

-Madre, hoy que es día de nuestra partida de ajedrez semanal, aprovecho para anunciarle personalmente, y de viva voz, que voy a ser padre. 

-¡Hijo mío, qué noticia tan maravillosa! ¿Y para cuándo será tan dichoso acontecer?

-Para el mes de octubre, Dios mediante, y de un varón. 

-Entonces será en otoño, cuando nacerá un virtuoso y hermoso retoño, como tu señor padre y como tú. 

-¿Buena época, madre?

-Bellísima para traer un hijo al mundo. No digo tú, sino su madre. Las hojas que se han vuelto perezosas caen y alfombran el suelo del campo, pintándolo con una gracia asombrosa de diversos matices, ocres y amarillos, y espectaculares bermellones. Nacer cuando todo va muriendo es prometer la vida eterna. La consecución, los éxitos, la renovación del alma. El comienzo de la reflexión del ser humano, de ese recogerse, de ese ir adentro. Cuando busca el buscador las respuestas de todo el universo. El equilibrio mental, la contemplación, el desapego, el desprendimiento de lo que ya no dará fruto, de lo que fenece, la observación metódica, la ecuanimidad, el arte de vivir con profundidad los acontecimientos de la vida, la luz abriéndose paso después del estío, entre las nubes y las desnudas ramas de los árboles. Las lluvias limpiadoras, la meditación, la quietud, la música clásica perfumando los ambientes, los valores, los sueños románticos en las tardes, los primeros fuegos en los hogares, el viento pausado llevándose los males al infierno… El comienzo de la paz del invierno, los tiempos alternos entre fuera y dentro, la madurez emocional, la poesía hecha esperanza y plenitud. 

-¿Todo eso, madre?

-Todo eso. Porque lo digo yo.

-Bien dicho está, entonces.

-Gracias, hijo. Me honras con tu asentimiento.  

-Nuestra dicha es inmensa. 

-Lo celebro. 

-Aún el nombre no sabemos. Pensaremos… 

-Tiempo hay, amado hijo. Es el hombre el que hace el nombre y no al revés. Él hará del nombre una identidad importante, genio e ingenio, tenacidad, lealtad, bondad, y muchas otras cualidades terminadas en “dad”. A disfrutar ambos de esta espera rigurosa y bella, que se hará corta cuando miréis atrás. ¿Ya estáis adquiriendo las primeras prendas para vestir al bebé?

-No es tarea fácil y tenemos poco tiempo. Ya sabe, las labores cotidianas, las responsabilidades, el ocio...  Estamos en ello.

-Lo comprendo. Si necesitáis que teja a ganchillo alguna toquilla o que cosa con aguja y dedal de metal algún trajecito fino, bordando con hilos de colores las iniciales de ese nombre que tendréis que ingeniar; para poder llamarle de algún modo-si no queréis llamarle "oye"-, o de punto un gorrito blanco, con ribeteado lindo, o una colcha suave para su inocente cuna, decídmelo sin miramientos. Soy capaz hasta de aprender a hacer encajes de bolillos, si fuera preciso, ¡mira lo que te digo!

-Tranquila, madre, sabemos que podemos contar con su laboriosa condición de abuela hacendosa y amorosa, hasta decir basta… 

-Gracias, hijo. Por cierto… ¿Cómo sabéis que tan adorada criatura es varón, todavía dentro del vientre materno, si aún no se ha inventado la ecografía en estos tiempos?

-Hummm... Mire, madre, le he traído una caja de estos ricos dulces para que acompañe sus zumos de frutas que todavía no es época de infusiones… 

-No, no es época. Eres un amor de hijo. No tengo palabras para agradecerte cuantos detalles tienes conmigo. Un bebecito tan primoroso y gentil como tú, será un regalo del cielo y felicidad inmensa para esta afortunada abuela que se sentirá compensada con creces de todos sus desvelos por ti. 

-Estooo... ¿comenzamos ya la partida?

-Sí, comencemos. 


Ángeles Córdoba Tordesillas  ©


Daniel Garber ( Impresionista americano1880-1958)